jueves, 1 de octubre de 2020

Ahora que te has ido

 


Sentado sobre la cama, envuelvo con mis brazos la almohada impregnada en tu recuerdo. No hace ni dos noches que nuestro perfecto idilio llegó a su fin, con esa fuerte discusión tras una jornada ahogada en el alcohol. Esa noche, me vi arrastrado por una marea de resentimientos y pugnas internas, mis labios articularon palabras surgidas directamente de mi impulsiva insatisfacción, del dolor incardinado al hecho de saberme consciente de que esto no era lo que buscaba, no era lo que durante toda mi vida había ansiado llegar a lograr alguna vez.

Todo era perfecto hasta que dejó de serlo. Las sinceras conversaciones dejaron paso a los silencios culpables; las ocasiones en que nos entregábamos por completo el uno al otro, a esporádicos encuentros temporales; las noches de desenfreno en tu compañía, a nocturnos desvelos de silenciosas lágrimas en el lado opuesto de la cama. Sin habernos dado cuenta, la monotonía se había adueñado de nuestros días.

Lejos quedan ya aquellos primeros meses, en que me sentía capaz de vivir, de respirar, gracias a que tú estabas a mi lado. Ahora que estás lejos, ahora que me has abandonado, me veo obligado a prescindir de tu presencia para poder respirar, a prescindir de tu incondicional apoyo para vivir un día más esta agobiante soledad.

Pero lo peor de todo es que lo sabía. En mi fuero interno, desde el mismo instante en que te conocí, supe que lo nuestro no duraría para siempre, que estaba predestinado a desaparecer entre la niebla del tiempo. Traté de prepararme a conciencia, de armarme de recursos para cuando llegara aquel día en que te fueras, y yo volviera a sentir que mi vida estaba incompleta. Llegaste a mí como aquello que daría por fin sentido a mi existencia, que arrojaría algo de luz a ese túnel oscuro en que había sido encerrado mi ser, y ahora que te has ido, los fantasmas de la desilusión pasada han llamado a mi puerta. No podía evitar que entrasen, no tenía fuerzas para prestar resistencia, así que diluí en amargas lágrimas mis barreras y me dejé poseer por ellos.

Decido que no puedo seguir así. Toda mi vida no puede irse al traste por que me hayas abandonado, sin que haga nada para remediarlo. Dejo a un lado la almohada y decido que he de luchar por recuperarte, por que vuelvas a formar parte de mi vida y a guiarme en mi existencia.

Coloco sobre mis piernas estiradas el portátil, en cuya pantalla el cursor palpita sobre una página en blanco. Ha llegado el momento de salir en tu busca.



Imagen: https://images.app.goo.gl/oy8u5F3WZxtvSHjXA

No hay comentarios:

Publicar un comentario